Esto sucede desde el año 1997, y se hace como recuerdo y homenaje a la Biblioteca de Sarajero, salvajemente destruída en 1992. Desaparecieron una buena parte de sus fondos, más de dos millones de volúmenes, incluidos más de 700 manuscritos e incunables, una colección única de libros y publicaciones históricas bosnias, y más de 155.000 rarezas bibliográficas.
Ruinas de la biblioteca de Sarajevo |
Reconstrucción de la biblioteca de Sarajevo |
Creo que las bibliotecas no son meros almacenes de libros sino que son la memoria de todos nosotros.
Recuerdo con mucho cariño la biblioteca de mi pueblo, cuando era niña, un lugar lleno de polvo y tomos viejos, con pocos fondos, pero junto a los maravillosos Episodios Nacionales, convivian las obras de Julio Verne y Salgari, que yo leí avidamente, porque era casi lo único que un niño podía leer en aquellos tiempos.
Hoy las bibliotecas son otra cosa, y, aunque no están dotadas como sería necesario, me alegra encontrarme a niños y niñas que acuden con sus padres, a adolescentes que pasan la tarde estudiando en ellas, estudiantes que quedan para preparar temas..., y a gente ya mayor, como yo, que las seguimos frecuentando y disfrutando.
Cada año, La Asociación Española del Libro Infantil y Juvenil encarga a un ilustrador y un escritor el diseño del cartel y del pregón conmemorativos de este día.
Este es el cartel de este año, de la ilustradora Elena Odriozola.
Y este el pregón, de la escritora Ledicia Costas.
"Una luciérnaga es una isla perdida en la noche más densa. Cien luciérnagas, una constelación misteriosa que marca el rumbo hacia otros universos. Así, con esa estrategia de luz, se organizan los libros que moran en las bibliotecas. Son caricias fosforescentes que incendian los sueños y recomponen los corazones grises hasta hacerlos recobrar su color rojo brillante. Cualquier individuo que padezca el síndrome del corazón gris, debería ponerse en manos de un experto y visitar una biblioteca.
Para escribir un libro, además de hacer malabarismos con las palabras hay que ser una desvergonzada o un loco. Un atrevido, una excéntrica descontrolada. Llevar un calcetín de lunares, otro de rayas y los pelos de punta. Una cresta como las que lucen las cacatúas sería un peinado muy interesante para un escritor. Solo las mentes más disparatadas son aptas para escribir libros. Pero para custodiarlas no es suficiente con tener un desajuste en los cables cerebrales. Es indispensable ser de fuera. Un extraterrestre. Las bibliotecas albergan seres con antenas giratorias, cerebros millométricos que memorizan títulos rebuscados, rimbombantes, campanudos. Las personas que custodian libros siempre me han parecido criaturas singulares. Están dotadas de extremidades retráctiles que estiran y estiran hasta alcanzar aquel volumen al que parecía imposible acceder. A continuación, como si nada, se recomponen y todo vuelve a su posición natural. Parecen seres humanos, pero a poco que les observes percibirás que no son de aquí. Una de las cosas que más me fascina de los bibliotecarios es su cerebro. ¡Me parecen tan listos! Los libros fabrican pensamientos. Pasar tantas horas dentro de una factoría de ideas es bueno para tener un corazón rojo y brillante y una cabeza repleta de planes fantásticos.
Alguien me han contado que el 24 de octubre es el Día de la Biblioteca. Sería genial organizar una fiesta con confeti y pompas de jabón. Celebrarla por todo lo alto. Me encantaría vestirme para tal ocasión como el personaje de algún libro, sentarme en la mesa de una biblioteca de la ciudad donde vivo y esperar a que fueran a visitarme. En las bibliotecas puedes ser quien tú quieras. Desde Mary Poppins hasta Matilda, Atreyu, Drácula o incluso Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump. Puedes ponerte botas de pelo, plumas, zancos y sombreros. ¡Sombreros! ¡Eso es! Imagino a una pequeña lectora acercándose a mí discretamente, atraída por los colores y formas de mi sombrero:
—Sombrerera loca, ¡qué fiesta más maravillosa! ¿Sería tan amable de servirme una taza de té?
Yo se la serviría con mucho gusto, poniendo cara de mujer refinada, y luego ambas haríamos ruido al tragar. Sonaría algo parecido a glup glup glup. Y antes de que nos diese tiempo de romper a reír de forma desenfrenada, aparecería el bibliotecario, como surgido de la nada, que para eso poseen la facultad de materializarse delante de ti en el momento más inoportuno, y nos advertiría de que las bibliotecas no son merenderos. Hay que reconocer que son únicos custodiando tesoros. Extraterrestres con el corazón rojo y brillante. Qué cosa tan extraordinaria. ¡Feliz Día de la Biblioteca!"
Texto: Ledicia Costas / Ilustración: Elena Odriozola
La información para escribir esta entrada la he buscado en internet y, el texto del pregón lo he copiado de la página de Babar, pagina dedicada a la reseña de libros de literatura infantil y juvenil.
Y si todavía no tenéis el carné de la Biblioteca Municipal, pues ya sabéis, os están esperando muchos libros para disfrutad, id ya a apuntaros.
¡Feliz Día de la Biblioteca!
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