El día 24 de octubre se celebra el Día de la Biblioteca.
Esto sucede desde el año 1997, y se hace como recuerdo y homenaje a la Biblioteca de Sarajero, salvajemente destruída en 1992. Desaparecieron una buena parte de sus fondos, más de dos millones de
volúmenes, incluidos más de 700 manuscritos e incunables, una colección
única de libros y publicaciones históricas bosnias, y más de 155.000
rarezas bibliográficas.
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Ruinas de la biblioteca de Sarajevo |
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Reconstrucción de la biblioteca de Sarajevo |
Creo que las bibliotecas no son meros almacenes de libros sino que son la memoria de todos nosotros.
Recuerdo con mucho cariño la biblioteca de mi pueblo, cuando era niña, un lugar lleno de polvo y tomos viejos, con pocos fondos, pero junto a los maravillosos Episodios Nacionales, convivian las obras de Julio Verne y Salgari, que yo leí avidamente, porque era casi lo único que un niño podía leer en aquellos tiempos.
Hoy las bibliotecas son otra cosa, y, aunque no están dotadas como sería necesario, me alegra encontrarme a niños y niñas que acuden con sus padres, a adolescentes que pasan la tarde estudiando en ellas, estudiantes que quedan para preparar temas..., y a gente ya mayor, como yo, que las seguimos frecuentando y disfrutando.
Cada año, La Asociación Española del Libro Infantil y Juvenil encarga a un ilustrador y un escritor el diseño del cartel y del pregón conmemorativos de este día.
Este es el cartel de este año, de la ilustradora Elena Odriozola.
Y este el pregón, de la escritora Ledicia Costas.
"Una luciérnaga es una isla perdida en la noche más densa.
Cien luciérnagas, una constelación misteriosa que marca el rumbo hacia
otros universos. Así, con esa estrategia de luz, se organizan los libros
que moran en las bibliotecas. Son caricias fosforescentes que incendian
los sueños y recomponen los corazones grises hasta hacerlos recobrar su
color rojo brillante. Cualquier individuo que padezca el síndrome del
corazón gris, debería ponerse en manos de un experto y visitar una
biblioteca.
Para escribir un libro, además de hacer malabarismos con las palabras
hay que ser una desvergonzada o un loco. Un atrevido, una excéntrica
descontrolada. Llevar un calcetín de lunares, otro de rayas y los pelos
de punta. Una cresta como las que lucen las cacatúas sería un peinado
muy interesante para un escritor. Solo las mentes más disparatadas son
aptas para escribir libros. Pero para custodiarlas no es suficiente con
tener un desajuste en los cables cerebrales. Es indispensable ser de
fuera. Un extraterrestre. Las bibliotecas albergan seres con antenas
giratorias, cerebros millométricos que memorizan títulos
rebuscados, rimbombantes, campanudos. Las personas que custodian libros
siempre me han parecido criaturas singulares. Están dotadas de
extremidades retráctiles que estiran y estiran hasta alcanzar aquel
volumen al que parecía imposible acceder. A continuación, como si nada,
se recomponen y todo vuelve a su posición natural. Parecen seres
humanos, pero a poco que les observes percibirás que no son de aquí. Una
de las cosas que más me fascina de los bibliotecarios es su cerebro.
¡Me parecen tan listos! Los libros fabrican pensamientos. Pasar tantas
horas dentro de una factoría de ideas es bueno para tener un corazón
rojo y brillante y una cabeza repleta de planes fantásticos.
Alguien me han contado que el 24 de octubre es el Día de la
Biblioteca. Sería genial organizar una fiesta con confeti y pompas de
jabón. Celebrarla por todo lo alto. Me encantaría vestirme para tal
ocasión como el personaje de algún libro, sentarme en la mesa de una
biblioteca de la ciudad donde vivo y esperar a que fueran a visitarme.
En las bibliotecas puedes ser quien tú quieras. Desde Mary Poppins hasta
Matilda, Atreyu, Drácula o incluso Pippilotta Viktualia Rullgardina
Krusmynta Efraimsdotter Långstrump. Puedes ponerte botas de pelo,
plumas, zancos y sombreros. ¡Sombreros! ¡Eso es! Imagino a una pequeña
lectora acercándose a mí discretamente, atraída por los colores y formas
de mi sombrero:
—Sombrerera loca, ¡qué fiesta más maravillosa! ¿Sería tan amable de servirme una taza de té?
Yo se la serviría con mucho gusto, poniendo cara de mujer refinada, y
luego ambas haríamos ruido al tragar. Sonaría algo parecido a glup glup
glup. Y antes de que nos diese tiempo de romper a reír de forma
desenfrenada, aparecería el bibliotecario, como surgido de la nada, que
para eso poseen la facultad de materializarse delante de ti en el
momento más inoportuno, y nos advertiría de que las bibliotecas no son
merenderos. Hay que reconocer que son únicos custodiando tesoros.
Extraterrestres con el corazón rojo y brillante. Qué cosa tan
extraordinaria. ¡Feliz Día de la Biblioteca!"
Texto: Ledicia Costas / Ilustración: Elena Odriozola
La información para escribir esta entrada la he buscado en internet y, el texto del pregón lo he copiado de la página de
Babar, pagina dedicada a la reseña de libros de literatura infantil y juvenil.
Y si todavía no tenéis el carné de la Biblioteca Municipal, pues ya sabéis, os están esperando muchos libros para disfrutad, id ya a apuntaros.
¡Feliz Día de la Biblioteca!